Desde el 10 de diciembre de 2010,
62º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

lunes, 7 de julio de 2014

La filosofía

Mentira la verdad (filosofía a martillazos)

domingo, 29 de junio de 2014

El consumo y el control del deseo como estrategias de dominación (Martín Paradelo Núñez)

Es fácil, desde una mirada ideológica, percibir como una evidencia que el poder existe, que la mayor parte del género humano se encuentra sometida en los elementos más básicos de su existencia a una fuerza exterior que determina su posición socio-económica y dirige sus sistemas relacionales. Pero también es fácil percibir que, en el mundo económicamente más desarrollado, nunca ha existido una conciencia tan baja de la misma existencia del poder, una ilusión tan extendida de vivir bajo una forma inédita de libertad. Quizá también sea cierto que por primera vez en varias décadas aparecen movimientos inarticulados, aglutinados en torno a una forma flexible de organización pero también faltos de un lenguaje con que articular una percepción diáfana del poder y de sus modos de actuar, y quizá sea cierto que, como consecuencia de la situación de crisis del sistema económico y de legitimidad del sistema político, se está produciendo un desapego de las clases populares hacia el centro de poder. Pero este desapego no implica necesariamente un rechazo, postura que estamos interesados en extender desde el movimiento anarquista. Ser conscientes del poder, de su existencia y de sus modos de control, influencia y reproducción, es el primer paso para combatir de manera eficaz cualquier forma de poder, por difusa que sea su manifestación, y avanzar en la construcción de una sociedad articulada sobre la base de la igualdad y la justicia social, como propugnamos desde el movimiento anarquista.

Desde la reconversión económica mundial que tuvo lugar desde los años setenta del siglo XX, con el desarrollo de una economía globalizada y de carácter postindustrial, el poder, como manifestación relacional de la clase dominante con las clases dominadas, inició también un cambio, que podemos resumir en el retroceso de su omnipresencia política, desde las formas más blandas de la democracia socialdemócrata a las más duras de la dictadura fascista, para, en el mismo movimiento, potenciar su omnipresencia en la conciencia de cada individuo, para lo que adopta estrategias extremadamente sofisticadas que van mucho más allá del control policial/militar y religioso que caracteriza las formas más duras de poder. El poder pierde su carácter duro, sólido, se licua y avanza hasta integrarse en el mismo ego de los individuos, eliminando cualquier espacio de resistencia, espacio que deberá ser reconstruido mediante una negación integral del sistema considerado como un todo. De esta manera, podemos concluir que la expansión del poder se ha conseguido mediante su invisibilización y la hipertrofia de su carácter simbólico, que ha moldeado desde los aparatos de control un nuevo individuo sobre la base de una fuerte reconstitución del ego de los individuos, que se ha visto reafirmado e hipertrofiado, de manera que se ha desarrollado un individualismo narcisista y posesivo y un fuerte hedonismo insolidario. Se ha construido así un individuo fracturado, definido por su carácter como consumidor insaciable y como espectador pasivo de una realidad que le supera y que no entiende, sin sentido del bien común, y se ha dado un paso definitivo en la historia de la dominación, conseguir que este Yo más íntimo se haya convertido en capitalista (Fernández Durán, 2010, 49-50).

Cristofascistas colonizando la justicia (Shangay Lily)

Hace unos meses un par de organizaciones cristofascistas, de esas que siguen viviendo entre el siglo V y el XV —o sea, la Edad Media, ese periodo cuyo fin, nada casualmente, coincide con la invención de la imprenta– y que usan como disculpa al superhéroe de ficción llamado Cristo para intentar preservar la ignorancia, el miedo y el fascismo, me intentaron poner una denuncia “por los delitos de provocación a la discriminación, injurias, calumnias y contra la integridad”. En concreto me refiero a la Asociación Rosario por España (RxE) y la Asociación Española de Abogados Cristianos.

Ambas organizaciones ultrarreligiosas, intentaron una vez más utilizar la vía judicial para imponer su homofobia y esa represión, persecución y tortura de cualquier pensamiento libre que durante el franquismo fue la norma a manos de la Iglesia. Los cristofascistas se niegan a aceptar que esos tiempos pasaron. Con el dinero, poder y aliados mantenidos en todas las esferas del gobierno (sea del signo que sea: PP o PSOE, ambos controlados por la Iglesia o el Opus Dei), siguen insistiendo en hacernos retroceder a esos oscuros tiempos del franquismo que tan queridos son para ellos. De hecho es tanta la confianza y costumbre que tienen a recibir apoyo desde el poder que si me enteré de esta denuncia fue por un aireado tuit que remitía a una surrealista entrada en la página de facebook de Antonio Moreno Robles, uno de los denunciantes, que afirmaba: Os adjunto las lamentables conclusiones de la Fiscalía sobre la denuncia que presentamos contra “Shangay Lily” y que legitiman el insulto, la difamación y la incitación al odio contra los cristianos. Estos fueron seguidos de una serie de artículos que denunciaban atónitos que los jueces no estén todos vendidos al cristofascismo. Mucho más les parece sorprender que los fiscales no sigan actuando como jueces defensores de los corruptos, asesinos franquistas o acosadores machistas, homófobos o racistas, como viene siendo tradición. Basta con ver la penosa actuación del fiscal del caso Infanta Cristina para dar fe de lo que estos remanentes del franquismo ven como “normal”.

La buena noticia es que el auto no sólo desestima la denuncia, sino que les da un repaso bastante sorprendente como explicamos en la nota de prensa que ayer se intentó enviar a agencias de noticias que, como el caso escandaloso de Europa Press, se negaron a publicar la buena noticia de que no siempre ganan los cristofascistas y represores aduciendo que, tras reunirse, habían concluido que al ser desestimada no tenía relevancia. ¿Quieren decir que si yo estuviese detenido en un calabozo por esa trampita represora que llaman “libertad religiosa” lo pondrían a todo bombo en portada para dar ejemplo y atemorizar a los activistas que se atrevan a responder a los incansables ataques homófobos, misóginos y fascistas de la Iglesia? Parece ser que no gusta que la gente pierda el miedo. Pero, le pese a quien le pese, el miedo va a cambiar de bando. Ejemplo de ello es lo que en la nota explicábamos: