Tema: Estados Unidos
Categoría: Opinión y análisis
La defensa de Venezuela de su soberanía y la injerencia de Estados Unidos continúan marcando las relaciones bilaterales, las cuales pudieran sufrir una escalada en su deterioro si Washington mantiene actitud hostil.
En las últimas semanas han surgido nuevas evidencias de la agresividad de la nación norteña, que van más allá de las tradicionales declaraciones de funcionarios o diplomáticos.
Primero fue a mediados de noviembre, el foro acogido por el Congreso estadounidense bajo el nombre de Peligro en los Andes: amenazas a la democracia, los derechos humanos y la seguridad interamericana.
La cita en el Capitolio contó con el patrocinio de congresistas republicanos y demócratas, anfitriones de la ultraderecha latinoamericana y de ex miembros de la Administración de George W. Bush como Roger Noriega y Otto Reich, ambos con un largo y violento historial en el hemisferio.
Tan representativo encuentro -calificado por algunos de aquelarre- tuvo un objetivo claro y para nada oculto, frenar los procesos de cambios en la región, con particular énfasis en Venezuela.
El foro devino además un ataque directo contra la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, bloque integracionista formado por Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela.
Poco después, Julian Assange y su controvertido portal Wikileaks filtraron a la palestra varios cables que no dejan dudas de la pretensión de Washington de aislar a Caracas.
Para el presidente Chávez, el sitio web vino a confirmar lo que nadie nunca dudó, el rol de las embajadas norteamericanas en el espionaje y el intento de dividir o sembrar cizaña.
"Wikileaks dejó al imperio al desnudo", sentenció el mandatario.
Con semejante escenario aún caliente, llegó un nuevo episodio de injerencia.
Se trata del caso de Larry Palmer, a quien el presidente estadounidense, Barack Obama, designó embajador en Venezuela.
A pesar de la negativa de Chávez a aceptarlo, la Casa Blanca insistió en enviarlo.
Si el Senado aprueba la nominación en los próximos días, Palmer viajaría a Caracas, dijo este jueves el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela.
La postura desafiante de Washington recibió una contundente respuesta de Chávez.
"El señor Palmer aquí no entra (...) si viene habrá que agarrarlo en el aeropuerto de Maiquetía", advirtió.
De acuerdo con el líder socialista, Estados Unidos da en el asunto del diplomático una muestra más de prepotencia y comportamiento injerencista.
Ratifica así su línea histórica de intervencionismo y agresión contra el pueblo venezolano, sus instituciones y su democracia, apuntó.
Chávez inhabilitó a Palmer por irrespeto a la soberanía nacional, luego que el político afronorteamericano emitiera en junio, durante una audiencia parlamentaria, cuestionamientos a la moral de las Fuerzas Armadas Bolivarianas y sus generales.
"Palmer se inhabilitó él mismo con sus deseos de ganarse unos aplausos en el Congreso, y Estados Unidos debería buscar otro candidato", afirmó unas semanas después.
Desde entonces, el tema aparece con altas y bajas en las tensas relaciones bilaterales, susceptibles a empeorar por el propio asunto diplomático.
Categoría: Opinión y análisis
La defensa de Venezuela de su soberanía y la injerencia de Estados Unidos continúan marcando las relaciones bilaterales, las cuales pudieran sufrir una escalada en su deterioro si Washington mantiene actitud hostil.
En las últimas semanas han surgido nuevas evidencias de la agresividad de la nación norteña, que van más allá de las tradicionales declaraciones de funcionarios o diplomáticos.
Primero fue a mediados de noviembre, el foro acogido por el Congreso estadounidense bajo el nombre de Peligro en los Andes: amenazas a la democracia, los derechos humanos y la seguridad interamericana.
La cita en el Capitolio contó con el patrocinio de congresistas republicanos y demócratas, anfitriones de la ultraderecha latinoamericana y de ex miembros de la Administración de George W. Bush como Roger Noriega y Otto Reich, ambos con un largo y violento historial en el hemisferio.
Tan representativo encuentro -calificado por algunos de aquelarre- tuvo un objetivo claro y para nada oculto, frenar los procesos de cambios en la región, con particular énfasis en Venezuela.
El foro devino además un ataque directo contra la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, bloque integracionista formado por Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela.
Poco después, Julian Assange y su controvertido portal Wikileaks filtraron a la palestra varios cables que no dejan dudas de la pretensión de Washington de aislar a Caracas.
Para el presidente Chávez, el sitio web vino a confirmar lo que nadie nunca dudó, el rol de las embajadas norteamericanas en el espionaje y el intento de dividir o sembrar cizaña.
"Wikileaks dejó al imperio al desnudo", sentenció el mandatario.
Con semejante escenario aún caliente, llegó un nuevo episodio de injerencia.
Se trata del caso de Larry Palmer, a quien el presidente estadounidense, Barack Obama, designó embajador en Venezuela.
A pesar de la negativa de Chávez a aceptarlo, la Casa Blanca insistió en enviarlo.
Si el Senado aprueba la nominación en los próximos días, Palmer viajaría a Caracas, dijo este jueves el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela.
La postura desafiante de Washington recibió una contundente respuesta de Chávez.
"El señor Palmer aquí no entra (...) si viene habrá que agarrarlo en el aeropuerto de Maiquetía", advirtió.
De acuerdo con el líder socialista, Estados Unidos da en el asunto del diplomático una muestra más de prepotencia y comportamiento injerencista.
Ratifica así su línea histórica de intervencionismo y agresión contra el pueblo venezolano, sus instituciones y su democracia, apuntó.
Chávez inhabilitó a Palmer por irrespeto a la soberanía nacional, luego que el político afronorteamericano emitiera en junio, durante una audiencia parlamentaria, cuestionamientos a la moral de las Fuerzas Armadas Bolivarianas y sus generales.
"Palmer se inhabilitó él mismo con sus deseos de ganarse unos aplausos en el Congreso, y Estados Unidos debería buscar otro candidato", afirmó unas semanas después.
Desde entonces, el tema aparece con altas y bajas en las tensas relaciones bilaterales, susceptibles a empeorar por el propio asunto diplomático.
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