Tema: Estado español
Categoría: Opinión y análisis
La actitud ausente de José Luis Rodríguez Zapatero en algunos de los frentes políticos nacionales más acuciantes ha dejado un vacío que intenta llenar a diario el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, la cabeza más visible del Gobierno en estos momentos. Pero al protagonismo de Rubalcaba le ha surgido un competidor dentro del PSOE, capaz de acaparar tantos titulares, focos y fotos como el «número dos» del Gobierno, y que parece dispuesto a no dejarle todo el camino expedito en plena ausencia política de Zapatero. El presidente del Congreso, José Bono, ha aparcado la supuesta «imparcialidad» inherente a su cargo institucional y ha entrado en todas las polémicas, desde la sucesión del secretario general de los socialistas, hasta el papel de Rubalcaba o el liderazgo de Mariano Rajoy.
La desatadura de Bono, que coincide con nuevas caídas del PSOE en las encuestas pese al «efecto Rubalcaba», va unida a un mayor enfrentamiento con el principal partido de la oposición. El Grupo Popular cree que Bono está mostrando últimamente cada día su «incapacidad para ser el presidente de todos los diputados», según fuentes de la dirección parlamentaria del PP. La gota que colmó el vaso de la paciencia de los populares fue el incidente del pasado jueves en las votaciones del Congreso. Bono ordenó cerrar las puertas del hemiciclo, cuando aún estaba sonando el timbre que llama a votación, y se quedaron fuera una veintena de diputados del PP. Las airadas protestas de la oposición, y los golpes que comenzó a dar en la puerta uno de los diputados que se había quedado fuera, no doblegaron al presidente Bono, quien «sobreactuó» en su rigidez hacia el PP, según algunos de los parlamentarios. «Si asistieran, no tendrían que llamar con golpes a las puertas», riñó Bono, que blandió un artículo del Reglamento en desuso toda la legislatura, ya que se refiere al deber de los diputados de asistir a las sesiones plenarias.
Antes que este episodio, los populares ya habían criticado la pérdida de «imparcialidad» de Bono cuando en una entrevista, por ejemplo, cargó contra Mariano Rajoy, de quien dijo que era «un tesoro para el PSOE». «Haríamos bien mimándolo mientras descansa», añadió. Luego se disculpó ante Rajoy, pero las palabras ya estaban dichas. Su discurso institucional durante la recepción del Día de la Constitución tampoco gustó nada al PP, por sus alusiones indirectas a la estrategia política de la oposición.
«Bono está inquieto», comentó un dirigente del PP durante la cena con periodistas parlamentarios, cuando el presidente del Congreso se refirió a Rubalcaba como «liebre eléctrica» en la carrera por la sucesión de Zapatero, y empezó a repartir ironías entre el Gobierno y la oposición.
- Sabueso mediático.
Inquieto o no, lo cierto es que Bono había optado hasta ahora por un apagón informativo voluntario, y a la vez forzado por las circunstancias. Lo pasó muy mal por las querellas que se presentaron contra él a costa de su patrimonio, según comentan diputados de su entorno, y ahora que los tribunales le han dado la razón está «sencillamente feliz». «Quiere recuperar el tiempo perdido, es un sabueso mediático, como decía el embajador norteamericano, y ha visto que el vacío de liderazgo que ha dejado Zapatero tampoco lo está cubriendo Rubalcaba, como se ve en las encuestas», reflexiona un dirigente del PP.
En las filas socialistas hay división de opiniones. En el Grupo Parlamentario hay quien está convencido de que Bono «es una de las liebres que más corren la carrera por la sucesión. Y ahora que le han archivado las querellas, más, porque se ve más libre y fuerte». Por el momento lo que es evidente es que Bono no parece dispuesto a que todas las miradas se posen en Rubalcaba. Él también quiere que se le escuche y se le vea, porque el protagonismo vuelve a situarle en el primer plano de la actualidad. Lo de ser candidato, o sucesor, ya sería otra historia, porque hoy por hoy, tal como está el PSOE en las encuestas, supondría presentarse para perder.
La teoría de la «liebre eléctrica» que expuso Bono la semana pasada sigue teniendo derivadas. Dentro del PSOE no solo se habla de «liebres», sino también de «conejos», que son los que aparecerían como sacados de la chistera el año que viene y que irrumpirían de pronto en la carrera por la sucesión, ante la sorpresa de todos, siempre que Zapatero dejara finalmente el camino libre. Guillermo Fernández Vara, José María Barreda, Marcelino Iglesias o Carme Chacón son algunos de los nombres que siguen sonando como posibles candidatos a emprender la carrera, con liebre o sin ella.
Categoría: Opinión y análisis
La actitud ausente de José Luis Rodríguez Zapatero en algunos de los frentes políticos nacionales más acuciantes ha dejado un vacío que intenta llenar a diario el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, la cabeza más visible del Gobierno en estos momentos. Pero al protagonismo de Rubalcaba le ha surgido un competidor dentro del PSOE, capaz de acaparar tantos titulares, focos y fotos como el «número dos» del Gobierno, y que parece dispuesto a no dejarle todo el camino expedito en plena ausencia política de Zapatero. El presidente del Congreso, José Bono, ha aparcado la supuesta «imparcialidad» inherente a su cargo institucional y ha entrado en todas las polémicas, desde la sucesión del secretario general de los socialistas, hasta el papel de Rubalcaba o el liderazgo de Mariano Rajoy.
La desatadura de Bono, que coincide con nuevas caídas del PSOE en las encuestas pese al «efecto Rubalcaba», va unida a un mayor enfrentamiento con el principal partido de la oposición. El Grupo Popular cree que Bono está mostrando últimamente cada día su «incapacidad para ser el presidente de todos los diputados», según fuentes de la dirección parlamentaria del PP. La gota que colmó el vaso de la paciencia de los populares fue el incidente del pasado jueves en las votaciones del Congreso. Bono ordenó cerrar las puertas del hemiciclo, cuando aún estaba sonando el timbre que llama a votación, y se quedaron fuera una veintena de diputados del PP. Las airadas protestas de la oposición, y los golpes que comenzó a dar en la puerta uno de los diputados que se había quedado fuera, no doblegaron al presidente Bono, quien «sobreactuó» en su rigidez hacia el PP, según algunos de los parlamentarios. «Si asistieran, no tendrían que llamar con golpes a las puertas», riñó Bono, que blandió un artículo del Reglamento en desuso toda la legislatura, ya que se refiere al deber de los diputados de asistir a las sesiones plenarias.
Antes que este episodio, los populares ya habían criticado la pérdida de «imparcialidad» de Bono cuando en una entrevista, por ejemplo, cargó contra Mariano Rajoy, de quien dijo que era «un tesoro para el PSOE». «Haríamos bien mimándolo mientras descansa», añadió. Luego se disculpó ante Rajoy, pero las palabras ya estaban dichas. Su discurso institucional durante la recepción del Día de la Constitución tampoco gustó nada al PP, por sus alusiones indirectas a la estrategia política de la oposición.
«Bono está inquieto», comentó un dirigente del PP durante la cena con periodistas parlamentarios, cuando el presidente del Congreso se refirió a Rubalcaba como «liebre eléctrica» en la carrera por la sucesión de Zapatero, y empezó a repartir ironías entre el Gobierno y la oposición.
- Sabueso mediático.
Inquieto o no, lo cierto es que Bono había optado hasta ahora por un apagón informativo voluntario, y a la vez forzado por las circunstancias. Lo pasó muy mal por las querellas que se presentaron contra él a costa de su patrimonio, según comentan diputados de su entorno, y ahora que los tribunales le han dado la razón está «sencillamente feliz». «Quiere recuperar el tiempo perdido, es un sabueso mediático, como decía el embajador norteamericano, y ha visto que el vacío de liderazgo que ha dejado Zapatero tampoco lo está cubriendo Rubalcaba, como se ve en las encuestas», reflexiona un dirigente del PP.
En las filas socialistas hay división de opiniones. En el Grupo Parlamentario hay quien está convencido de que Bono «es una de las liebres que más corren la carrera por la sucesión. Y ahora que le han archivado las querellas, más, porque se ve más libre y fuerte». Por el momento lo que es evidente es que Bono no parece dispuesto a que todas las miradas se posen en Rubalcaba. Él también quiere que se le escuche y se le vea, porque el protagonismo vuelve a situarle en el primer plano de la actualidad. Lo de ser candidato, o sucesor, ya sería otra historia, porque hoy por hoy, tal como está el PSOE en las encuestas, supondría presentarse para perder.
La teoría de la «liebre eléctrica» que expuso Bono la semana pasada sigue teniendo derivadas. Dentro del PSOE no solo se habla de «liebres», sino también de «conejos», que son los que aparecerían como sacados de la chistera el año que viene y que irrumpirían de pronto en la carrera por la sucesión, ante la sorpresa de todos, siempre que Zapatero dejara finalmente el camino libre. Guillermo Fernández Vara, José María Barreda, Marcelino Iglesias o Carme Chacón son algunos de los nombres que siguen sonando como posibles candidatos a emprender la carrera, con liebre o sin ella.
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